
Imagen: MARTIN, HenriEl sembrador, c. 1914-1920
Óleo sobre lienzo
De aquel rincón bañado por los fulgores
que el sol de nuestro cielo triunfante llena,
de la tranquila tierra donde entre flores
se deslizo mi infancia dulce y serena.
Oculto en el recuerdo de lo pasado,
borroso cual lo lejos del horizonte,
guardo el ejemplo nunca olvidado
del sembrador más raro que hubo en el monte.
Yo no se si era sabio, loco o prudente
aquel hombre que humilde traje vestía,
Solo se que al mirarle toda la gente
con profundo respeto se descubría.
Es que acaso su rostro sereno y noble
a todos extrañaba por lo arrogante,
que hasta los leñadores mirando al roble
sienten las majestades de lo gigante.
Una tarde de otoño subí a la sierra
y al sembrador sembrando encontré risueño.
Desde que existen hombres en la tierra
¡nunca se ha trabajado con tanto empeño!
Quise saber curioso lo que el demente sembraba
en la montaña sola y bravía
Me oyó con atención, benignamente
y al fin dijo con onda melancolía:
Siembro robles, pinos y sicomoros,
quiero llenar de sombras esta ladera,
quiero que otros disfruten de los favores
que darán estas plantas cuando yo muera.
¿Y a qué tanto afanes en la jornada sin buscar recompensa? – dije-
Y el hombre contestó con la mano sobre la azada:
¿Acaso imaginas que me equivoco?
El soberano impulso que mi alma enciende
por los que no trabajan, trabajo y lucho.
Si el mundo no lo sabe…
Hoy es el egoísmo torpe maestro
al que rendimos cultos de varios modos:
Si oramos pedimos siempre el pan nuestro
nunca pedimos el pan de todos…
En la propia miseria los ojos fijos
buscamos las riquezas que nos convienen
y todo lo arrastramos por nuestros hijos
Es que los demás padres... ¿hijos, no tienen?
Vivimos siendo hermanos solo de nombre
y en las guerras brutales con sed de odio
hay siempre un fraticida dentro del hombre
y el hombre para el hombre siempre es un lobo,
por eso cuando el mundo triste contemplo
yo me afano y me impongo dura tarea.
¡Y sé que vale mucho mi pobre ejemplo!
Aunque pobre y humilde parezca y sea.
Hay que ser cual abejas que en la colmena
fabrican para todos dulces panales,
hay que ser como el agua que va serena
brindando al mundo entero frescos raudales,
hay que ser como el viento que siembra flores
lo mismo en la montaña que en la llanura,
hay que pasar la vida sembrando amores
con la vista y el alma puesta en la altura.
Hay que sembrar por todos los que no siembran,
hay que luchar por todos los que no luchan,
hay que llorar por todos los que no lloran,
hay que hacer que nos oigan los que no escuchan… dijo el loco.
Y con noble melancolía,
por las breñas del monte siguió trepando
y al perderse en las sombras aún repetía:
hay que seguir sembrando, siempre sembrando…

Imagen: "Anciano", óleo sobre tela de Salvador Puig y Sauret, 62 X 50 cm, dedicado a Don Eduardo Ferreira, director del Diario Imparcial y crítico de arte de inicios del siglo XX.
Había una vez un anciano que pasaba los días sentado
junto a un pozo a la entrada del pueblo.
Un día, un joven se le acerco y le pregunto:
-Yo nunca he venido por estos lugares,
¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?
El anciano le respondió con otra pregunta:
¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de la que vienes?
"Egoístas y malvados, por eso me he sentido contento de haber salido de allí."
"Así son los habitantes de esta ciudad", le respondió el anciano.
Un poco después, otro joven se acercó al anciano y le
hizo la misma pregunta:
Voy llegando a este lugar,
¿Cómo son los habitantes de esta ciudad?
El anciano, de nuevo, le contestó con la misma pregunta:
¿Cómo eran los habitantes de la ciudad de dónde vienes?
Eran buenos, generosos, hospitalarios, honestos, trabajadores.
Tenia tantos amigos que me ha costado mucho separarme de ellos.
"También los habitantes de esta ciudad son así", respondió el anciano.
Un hombre que había llevado a sus animales a tomar agua al pozo y que había escuchado la conversación, en cuanto el joven se alejó, le dijo al anciano:
¿Cómo puedes dar dos respuestas completamente diferentes a la misma pregunta puesta por dos personas?
-Escucha -le respondió- el anciano:
"Cada uno lleva el universo en su corazón. Quien no ha encontrado nada bueno en su pasado, tampoco lo encontrara aquí. En cambio, aquel que tenia amigos en su ciudad, encontrara también aquí amigos leales y fieles. Porque las personas son lo que encuentran en si mismas y encuentran siempre lo que esperan encontrar."
Premio "Momentos" de mi amiga
Pegasa...

La vida esta llena de momentos, gracias Pegasa, por compartir conmigo momentos... ya estoy deseando encontrarnos en tu preciosa tierra y seguir compartiendo momentos... con aceitunas machacas...
Os dedico a todos, enlazados y visitantes, este premio, por compartir conmigo mis momentos y los vuestros...
Cuando os duela mirar hacia atrás y os de miedo mirar adelante, mirar hacia la izquierda o la derecha y allí estaré, a vuestro lado.
"A mis Amigos" Alberto Cortez
Perdonadme el poco tiempo del que dispongo para poder visitar y publicar, ahora otros asuntos reclaman mi atencion... en cuanto tenga un ratuco... vuelvo... os cuento y os visito...
Un saludo a tod@s.
2 comentarios:
Gemma... fantástica tu entrada... Te felicito...
Gracias amiga...
saludo
GENMA, que preciosidad de poema y que buena reflexión del viejito!!
Wapetona, tómate todo el tiempo que sea para tus cosas, pero deja un ratico para los demás, jajaj
BESOTES GRANDOTES TE MANDA ESTE GORDOTE!!
Publicar un comentario