Simios y Humanos: primos hermanos… segunda parte…




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Ya en Borneo, su primer problema les llegó en forma de problema, aunque fuera muy sencillo.
El conductor del todoterreno que fue a buscarlos, después de darles los buenos días, un salacof y pastillas de quinina para la malaria, les espetó:
-A ver, ustedes que son investigadores, investíguenme esto:
A mi padre le dio por cambiar con sus vecinos conejos por gallinas. Por cada 2 conejos pedía 3 gallinas. Cada gallina ponía huevos en número igual a la tercera parte del número total de gallinas. Mi padre, al vender los huevos, pedía por cada 9 huevos tantos borneuros como huevos ponía cada gallina, y ganó 72 borneuros.
Y ahora pregunto, señores investigadores:
¿Cuántas gallinas y cuántos conejos tenía mi padre?
-¿Qué son borneuros? –preguntó Francisco Lerdo, dando pruebas de su agudeza mental.
-La moneda nacional, caballero –contestó el conductor.
-Que curioso –añadió Josefina Corta, para disimular que no tenía ni idea de cómo resolver el sencillo problema
- No sabía que en Borneo se vendieran los huevos de 9 en 9.
-¿Cómo se venden en España? –preguntó el conductor.
-Por docenas –contestó Josefina.
-Y aquí también.

-Pero la docena tiene 12 huevos.
-¿Con lo que han subido de precio? Aquí, el Ministro de Economía, para evitar la inflación, en lugar de subir los precios, ha bajado la docena a nueve huevos... y en lugar de Docena la llamamos Novena, como la de Beethoven, ya saben.
Y como ni Corta ni Lerdo sabían, decidieron callar, convencidos de que aquel país era muy raro. Y alucinaron al escuchar que el conductor cantaba a grito pelado la parte coral de la Novena Sinfonía, en la parte que dice: "Freude, schöner Götterfunken, Tochter aus Elysium, Wir betreten feuertrunken, Himmlische, dein Heiligtum!".
(No lo hemos traducido porque en español significa lo mismo que en alemán.)
Lerdo y Corta no creían en la Teoría de la Evolución. Y consideraban a Darwin un impostor y hasta un blasfemo.
Ante sus directivos y compañeros del Instituto, con el único objeto de conservar sus comisiones de servicio y sus eternas becas, ocultaban sus verdaderos sentimientos, pero en el fondo despreciaban a los simios al considerar al humano el rey de la Creación.
Aunque cuando les preguntaban:
¿De qué creación?, disimulaban fingiendo repentinos ataques de tos, afonías, sorderas instantáneas, flato y hasta estupidez congénita, que era lo que mejor fingían por proximidad (el uno de la otra y viceversa).
Así que se sorprendieron, y tomaron apuntes para su informe, cuando el conductor les llevó hasta la reserva Dramid... y vieron la primera prueba de la inteligencia de los que ellos consideraban seres irracionales.
(Continuara...)

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy interesante, espero las próximas entregas.