
Los orangutanes, muy educados, estrecharon la mano de los investigadores, que, de sorpresa en sorpresa, no podían creer lo que estaban presenciando.
Durante la cena siguieron tomando apuntes de las explicaciones que les daba el cuidador.
Los investigadores no probaron bocado entretenidos como estaban en anotar todo lo que el cuidador decía y que en ese momento, ya en el postre, terminaba su larga disertación:
-... eso sin tener en cuenta el descubrimiento del famoso Cráneo de Toumaï, el cráneo del Sahelanthropus tchadensis, el fósil más antiguo que tiene los rasgos característicos más relacionados con los del ser humano.
Es el primer homínido conocido, ya saben
–y ellos: sí, sí
- que tiene entre 6,4 y 7,4 millones de años de antigüedad. Fue encontrado en Chad, el año 2002.
-¿Y en cuanto a sus relaciones sexuales? –preguntó Josefina Corta.
-Estupendas, señorita –contestó el cuidador, atusándose el pelo.
-No; me refiero a las de los grandes simios.
-Ah... pues mejores que las mías, tengo que reconocerlo.
Al día siguiente, convencidos de que ya tenían datos suficientes para elaborar el trabajo que justificara su beca, se despidieron del cuidador, del conductor, de los simios y, sobre todo de Adán y Eva... con la duda que les corroía el estómago y el espíritu:
¿Mira que si Darwin tuviera razón?
En el viaje de vuelta optaron por viajar en barco desde el poblado en el que se encontraban hasta el pueblo más próximo, con ánimo de tomar allí un autobús hasta la capital para tomar, a su vez, el avión de regreso a España.
Ya en la cubierta del barco, se despidieron del cuidador y de Adan y Eva que habían ido a despedirlos, cuando, de repente, apareció el gran gorila que escribía en letra redondilla inglesa.
Llevaba un papel en la mano y se lo dio al cuidador. Éste, después de ojearlo, les dijo a los investigadores, cuando el barco ya soltaba amarras:
-Que dice aquí Pazanal que su barco tiene un problema.
Los investigadores se miraron aterrados, pero el cuidador añadió:
-No, no tengan miedo. Lo que pasa es que la corriente de este río juega con los barcos, y el suyo, en concreto, tarda 5 horas en ir río abajo desde este poblado hasta el pueblo.
En cambio, fíjense qué cosas, para el viaje de regreso invierte 7 horas. Así que mi amigo Pazanal, que es muy listo, pregunta:
¿Cuál es la velocidad de la corriente?
Ahí les dejo con ese problemilla, para que se entretengan por el camino.
Los investigadores no supieron resolver el problema de la velocidad de la corriente, pero sí escribir, a su vuelta a su despacho, un trabajo de 750 páginas sobre los grandes simios de Borneo, titulado:
“Del “Sahelanthropus tchadensis” pasando por el “Australopithecus”, el “Pan troglodytes” y el “Homo erectus”... y por gorilas, orangutanes, chimpancés y macacos hasta llegar al Homo sapiens... eso, el que haya llegado”.
El estudio tuvo una gran difusión –lo leyeron sus padres, algunos familiares (pocos) y el hijo de su portera, que era aficionado a la pornografía y se dejó engañar por lo de Homo erectus. Los investigadores intentaron publicarlo en la revistas Nature y National Geographic, pero se lo rechazaron. Al fin, tras arduas negociaciones sobre los derechos de autor, consiguieron publicarlo en la Hoja Parroquial de su barrio, con gran éxito de crítica y público, eso sí, que todo hay que decirlo.
FIN
Autor: Joaquín Collantes
Asesor matemático: Antonio Pérez Sanz
Personalmente me encanto el cuento...
En muchas ocasiones no somos diferentes de los simios... aunque seguramente a ellos les dara mas verguenza parecerse a nosotros...
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