El arzobispo de Granada, condenado a una multa de 3.750 euros por coacciones e injurias a un sacerdote.

El arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, ha sido condenado por el Juzgado de lo Penal 5 de Granada al pago de una multa de 3.750 euros por un delito de coacciones y una falta de injurias contra un sacerdote que lo denunció.



Según ha informado el letrado de la acusación, el delito de coacciones se refiere a la intimidación que supuestamente ejerció contra el sacerdote, Javier Martínez Medina, para que paralizara la publicación de un libro sobre la Catedral de Granada. Por este delito, el titular del Juzgado de lo Penal 5 de Granada, Miguel Ángel Torres -instructor del caso Malaya- condena al arzobispo al pago de una multa de 10 euros durante 12 meses, mientras que por la falta de injurias le impone una multa de 10 euros durante 15 días. El sacerdote acusaba al prelado de dos delitos de coacciones, uno de calumnias continuado o alternativamente de injurias continuado, así como de acoso moral y lesiones psicológicas. La Fiscalía elevó por su parte a definitiva su petición de absolución para el arzobispo, al que consideró, durante la última sesión del juicio, "víctima" de un caso "insólito y único en España". Durante el juicio, celebrado el pasado mes de noviembre, el arzobispo defendió su libertad de actuación como responsable de la Diócesis y aseguró que nunca quiso dañar al sacerdote querellante. El prelado, que se convirtió en el primer arzobispo español en sentarse en el banquillo de los acusados, negó ante el juez haber amenazado o presionado al clérigo, cuya destitución como canónigo, retirada de la Cátedra de la Facultad de Teología y suspensión "ad divinis" justificó en una "pérdida de confianza". El cura denunciante se querelló contra el arzobispo después de que en febrero del año pasado acabara sin avenencia el acto de conciliación en el que estaba llamado a participar el prelado tras ser demandado por aquél por injurias y calumnias. El sacerdote sostenía que el arzobispo le había injuriado y calumniado en una carta en la que le acusaba de una apropiación indebida relacionada con su trabajo de archivero y de quedarse con los derechos de propiedad intelectual de un libro sobre la Catedral de Granada, cuyos autores demandaron también al prelado.
Fuente: Estrella Digital


Bravo por el juez del caso "Malaya", aun queda justicia.


Un poco de historia sobre este arzobispo:
El arzobispo de Granada, es él mismo que ordeno el traslado del “cura de los senegaleses” por miedo a otra Iglesia Roja como la de San Carlos Borromeo, él que fletó una veintena de autobuses para manifestarse en contra del matrimonio homosexual, él primero en hablar de una rebelión cívica contra La Educación para la Ciudadanía y él que ante una denuncia de abusos sexuales de un sacerdote a un menor, apeló a la “presunción de inocencia” y habló “de indicios significativos de manipulación”.
Asimismo, el arzobispo de Granada, Francisco Javier Martínez, expulsó a dos novicias indias del Convento de la Piedad de Granada por el simple hecho de ser extranjeras. Y él que despide a profesores por no evangelizar.

La influencia de la religión en la vida civil, en mi opinión, es negativa, pues constituye un freno al desarrollo moral e intelectual de las sociedades. Lo hemos visto, hace muy poco, con la decisión de un tribunal islámico que castigó a la víctima de una violación con mayor fiereza que a los violadores. Y esto porque su religión, nacida de la mente de un macho chauvinista, así lo exige. Dicha decisión es un atentado contra los Derechos Humanos, contra los derechos de la mujer, contra la dignidad de cualquiera, contra la inteligencia, la moral y la debida compasión que marca la diferencia entre la crueldad incivilizada y la ética de la civilización.

La Iglesia Católica, por su parte, insiste en querer imponer su criterio respecto a asuntos que no le competen. Y resulta completamente ridículo, que hoy se erija, en una defensora de la vida y su forma de vida a ultranza, una institución que torturó y asesinó a cientos de miles con el mayor desparpajo y soberbia.


No me cabe duda que se me tildará de anti-católica por lo que he dicho; debo declarar que siento una profunda admiración por muchos católicos cuyo aporte artístico e intelectual es indiscutible. Y tengo muy buenas amigas y amigos catolicos.

No soy anti-católicos; soy anti-imbéciles, que también los hay entre los católicos. Pero pueden ponerme la etiqueta que quieran, porque eso sólo demuestra la mezquindad mental de quien etiqueta...

Aun tengo grabadas las palabras del obispo Setién sobre el último atentado de ETA: "Sentí dolor porque iba en contra del clima necesario para dialogar" y "es mejor entenderse sin represión que seguir por la vía de la eliminación de ETA", no se ni como se atreve...

Le han puesto una multa ridícula... aunque ha sido juzgado y condenado, ahora dirá "que Dios te lo pague..."




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