9 de Agosto: Día mundial de las poblaciones indígenas.

A los pueblos indígenas se les conoce tambien como “originarios”, “ancestrales”, “nativos”, “aborígenes”, “minorías étnicas”, etc.
Contemplan el mundo con una inteligencia sensible y perspicaz y tienen un notable respeto y una profunda responsabilidad para con la vida.
Territorio y medio ambiente, estas son las reivindicaciones de los pueblos indígenas. Para la cultura indígena la tierra ancestral es fuente de vida y parte esencial de su identidad, es un concepto comunitario de pertenencia y uso: no es la tierra quien pertenece al individuo, sino el grupo quien pertenece a la tierra. La lucha por el reconocimiento de los territorios ancestrales va más allá de la reivindicación por la propiedad de la tierra, incluye también el derecho a organizar su vida según sus tradiciones y valores, lo que incluye la conservación del entorno ambiental.

Son verdaderos ecologistas.
Veamos algunos de los pueblos indígenas en peligro de extinción:

África:

BOSQUIMANOS. Los Bosquimanos viven en el desierto del Kalahari y son un ejemplo vivo de que aún se puede vivir en la Naturaleza, compartiendo con los demás.
Son grupos de personas cuyo modo de vida implica desplazamientos frecuentes de un lugar a otro. Por lo general, viven en tiendas, refugios cubiertos de hierba u otro tipo de habitáculos temporales o móviles.
También llamados Sans, hablan las lenguas khoisan, que se caracterizan por sus sonidos chascados.
La población es de unos 50.000 individuos; la mitad aproximadamente son cazadores-recolectores organizados en pequeños grupos integrados por unos diez núcleos familiares.
Los bosquimanos constituyen el único pueblo que hoy puede hablarnos de nuestro pasado más remoto. Los antropólogos reconocen en ellos a la cultura viviente más antigua conocida. Acosados por fuertes intereses económicos para que abandonen sus territorios, se les ha llegado a interrumpir el suministro de agua, se les limita la caza -único medio de supervivencia- y se los discrimina por considerarlos una raza inferior. Aunque su dispersión territorial fue enorme hoy están relegados al desierto de Kalahari, de donde se los pretende expulsar para destinar el área al lucrativo negocio del turismo y la explotación diamantífera.

MASAI. Con una población de unos 300.000 individuos, los masai, famosos como ganaderos y guerreros, antaño dominaron las planicies del este de África. Ahora, sin embargo, están confinados a una porción de su territorio anterior. Desde la época colonial, la mayor parte de lo que fuera territorio masai ha sido usurpado por haciendas o granjas privadas, para proyectos gubernamentales o parques naturales “tipo safari”.

PIGMEOS. Ciudadanos de segunda categoría. Los pigmeos viven en un territorio del África central. Suman alrededor de 250.000 personas. El pueblo pigmeo vive en territorios selváticos fundamentalmente de la caza y la recolección. A pesar de su número, los pigmeos son “invisibles” en términos sociales y políticos. Sufren altos índices de marginación y discriminación étnica, sus derechos humanos son violados y su estatus como ciudadanos es negado. Esto los convierte en una población extremadamente vulnerable, lo que en ocasiones se traduce en explotación y esclavitud y en principales víctimas de los conflictos bélicos desarrollados en la zona. En la República Democrática del Congo los pigmeos demandaron al Gobierno que su población fuera censada con el fin de adquirir el estatus de ciudadanía y poder incorporarse así a los planes de desarrollo nacional. Muchos de ellos han sido expulsados de sus tierras a causa de la tala de árboles, la declaración de parques nacionales y la actividad extractiva de los recursos de la selva. Son las principales víctimas del coltán –el 80% de cuyos yacimientos se encuentra en el Congo–, material utilizado por la industria para la fabricación de teléfonos móviles, ordenadores o videojuegos.

OGIEK. Recolectan miel de las colmenas que fabrican en troncos huecos, colocándolas en las ramas más altas de los árboles de la selva. Los árboles que se encuentran a distintas altitudes en las laderas de la montaña florecen en épocas distintas, lo que significa que los ogiek pueden recolectar miel durante todo el año. Esta miel tiene un papel central en la sociedad ogiek: se usa como alimento y para fabricar cerveza, así como para comerciar con los pueblos vecinos que viven fuera de la selva.
Desde la época colonial intentan expulsar a los ogiek de su selva ancestral. Su selva no se protege, sino que es explotada mediante la tala y las plantaciones de té, algunas de ellas propiedad de funcionarios del Gobierno.

América del Sur:
Los akuntsu. Son una pequeña tribu amazónica de seis miembros. Son los últimos supervivientes que se conocen de su pueblo y viven en el estado de Rondônia, Brasil.
Les gusta mucho cazar: los pecaríes, los agutíes y los tapires son muy apreciados. Además mantienen pequeñas huertas donde cultivan mandioca y maíz. También recolectan frutas silvestres y algunas veces pescan peces en los arroyos. Hacen flautas de madera que utilizan en bailes y rituales y llevan pulseras de fibra de palma en los brazos y en los tobillos. Han reemplazado los antiguos collares de conchas por otros de un plástico brillante, que obtienen de los envases de pesticidas vacíos que los rancheros dejan tirados.
Aunque su tierra ha sido legalmente reconocida y la FUNAI tiene una presencia permanente en la zona, los akuntsu están rodeados de terratenientes hostiles. Han sido testigos de la masacre de su pueblo y objeto de extrema violencia por parte de los asesinos a sueldo contratados por los terratenientes.

Los arhuaco. Son uno de los tres pueblos indígenas, únicos y con vínculos entre sí, que habitan en las laderas de las Sierra Nevada de Santa Marta, en el norte de Colombia. Los arhuaco viven en la cara sur de la Sierra; sus vecinos los arsarios habitan en el este, y un tercer pueblo indígena, los kogi, en el norte. En total son casi 20.000 personas. Las tres tribus se caracterizan por una compleja espiritualidad y por unas vestimentas y construcciones inconfundibles. Sus productos básicos son el maíz, la mandioca, el plátano y otros frutos. A diferencia de los kogi y los arsarios, los hombres arhuaco llevan un sombrero blanco cónico que representa los picos nevados de la Sierra. Los arhuaco siempre han estado al frente del movimiento por los derechos de los indígenas en Colombia. Desde la década de 1980, las laderas de la Sierra han estado ocupadas por colonos que cultivan marihuana y cocaína para el tráfico de drogas, por lo que la montaña se ha convertido en un campo de batalla entre el ejército, las guerrillas de izquierda y los paramilitares.

Los awá. Son la última tribu realmente nómada de Brasil. Son unos 300 individuos aproximadamente. Su hogar está en las selvas devastadas de la Amazonia oriental.Todos son autosuficientes gracias a la caza y la recolección. Los que son nómadas se trasladan con frecuencia, en bandas móviles de no más de 20-30 personas. A medida que se desplazan, mantienen las ascuas de las hogueras encendidas, y vuelven a avivarlas cuando llegan a un lugar. En los últimos 100 años, los awá han sido víctimas de intentos de exterminación brutales y sistemáticos por parte de terratenientes y colonos.
En 1982, Brasil se comprometió a demarcar todos los territorios indígenas de la región, como condición para recibir un préstamo del Banco Mundial para un proyecto industrial, para lo cual el propio Banco designó fondos. Sin embargo, a fecha de hoy, el área awá no ha sido demarcada y la creciente invasión de proyectos industriales, de terratenientes y colonos, está exponiendo a los awá que sobreviven a la violencia y la enfermedad. Los awá se encuentran en grave peligro de ser completamente exterminados.

Los enawene nawe. Son un pequeño pueblo del Amazonas que vive de la pesca y la recolección en el estado brasileño de Mato Grosso.
Su población actual supera los 420 individuos, que viven en grandes casas comunales o malocas. Los enawene nawe son famosos por sus técnicas de pesca. A diferencia de la gran mayoría de los pueblos amazónicos, no cazan ni comen carne roja. Durante décadas han visto como sus tierras son invadidas por recolectores de caucho, prospectores de diamantes, ganaderos y, más recientemente, plantadores de soja: Maggi, el mayor productor de soja de Brasil, construyó ilegalmente una carretera a través de sus tierras en 1997. Los enawene nawe están ejerciendo toda la presión posible para que se proteja esta área, cada vez más invadida por madereros y plantadores de soja, que están destrozando la selva y contaminando la tierra y los ríos a un ritmo vertiginoso.

Los innu. Son el pueblo indígena que ocupa la mayor parte de la Península de Labrador-Québec, en el este de Canadá. Población unos 15.000 habitantes.
Hasta hace poco, los innu obtenían todo lo que necesitaban (alimento, ropa, refugio, herramientas y armas) del caribú, lo que posee una gran relevancia cultural. Los innu nómadas fueron forzados a sedentarizarse por el Gobierno de Canadá y la Iglesia Católica. La transición fue difícil y traumática. La vida en las comunidades sedentarias se caracteriza por niveles extremadamente altos de alcoholismo, esnifado de gasolina entre los niños, violencia y tasas de suicidio sin precedentes.

Australia-

Los aborígenes. Son los habitantes originarios de Australia. Los arqueólogos creen que viven allí desde hace entre cuarenta y sesenta mil años. La tierra es absolutamente fundamental para los pueblos aborígenes: es el centro de su vida tanto física como espiritual. Desde que se produjo la invasión británica, los aborígenes han visto cómo su tierra les era arrebatada o destruida. Hasta 1992, año en que fue finalmente anulado, el principio legal en relación a la tierra aborigen que regía las leyes británicas y después las australianas era el de "terra nullius", que significa que la tierra estaba vacía hasta la llegada de los británicos, que no pertenecía a nadie y podía legítimamente ser ocupada.
En tan sólo cien años desde la primera invasión de su tierra, su número se redujo de aproximadamente un millón a sólo 60.000. Aunque un juicio histórico en 1992 derogó finalmente el principio racista "terra nullius", el Gobierno ha hecho todo lo posible, desde entonces, por obstaculizar las reclamaciones territoriales de los aborígenes.

Indonesia-

Los amungme. Son un pueblo de las tierras altas, que vive en la zona central y sur de Papúa. Practican la rotación de cultivos y también cazan, crían cerdos y recolectan raíces, frutos y bayas. La generosidad y la reciprocidad son muy importantes en la sociedad amungme. Como todos los pueblos indígenas de Papúa, los amungme han sufrido mucho la opresión y la violencia ejercida desde la invasión Indonesia en los años sesenta. También han sufrido muy especialmente por el establecimiento de una mina de cobre y oro en su tierra. Esta mina, de propiedad británica y estadounidense, ha destruido sus montañas sagradas. Hay unos 13.000 individuos.

Rusia-

Los khanty. Son un pueblo de pastores de renos del oeste de Siberia. Son seminómadas. En su hogar, la taiga siberiana, las temperaturas pueden llegar a 50 grados bajo cero. Población unos 22.000 individuos. Los khanty fueron perseguidos bajo el régimen soviético en los años treinta; sus hijos fueron trasladados a internados, y se asesinó a sus chamanes. Pero hoy son las compañías petroleras las que son una amenaza. La explotación petrolífera de la tierra khanty está contaminando sus bosques y lagos sagrados, mata a los renos y ahuyenta a otras presas.

Los udege. Viven en el extremo sur oriental de Siberia, donde los inviernos son largos y fríos. Quedan unos 2.000 individuos.
Obtienen todo lo que necesitan del bosque, y se alimentan de la caza, la pesca y la recolección; algunos también cultivan sus propias verduras. Su tierra, cubierta de extensos bosques, es también el hogar de especies amenazadas de flora y fauna, como el raro tigre siberiano. Actualmente, el bosque de los udege posee un gran atractivo para los intereses comerciales extranjeros, debido a su riqueza en madera y minerales. Una compañía rusa, Terneiles, ha estado trabajando en proyectos similares recientemente.

Nosotros, los ‘civilizados’, bien tarde empezamos a darnos cuenta que efectivamente nuestros pensamientos, y nuestros consiguientes actos, afectan el clima, la atmósfera, la capa de ozono, el aire, las aguas, las selvas y bosques, los océanos... la calidad de la vida en la Tierra. Y que quizás los más delicados y sensibles a éste estado biosférico somos nosotros, los humanos.
Me declaro solemnemente indígena e incivilizada.
¿Por qué no aprendemos de los indígenas el manejo apropiado de los recursos naturales? La respuesta es muy simple: tenemos una visión diferente, pues no poseemos la concepción unitaria, unidad en la diversidad, cualquier término que queramos utilizar, que permita pensar y actuar como un solo cuerpo. La cosmovisión indígena, es índice de unidad, 'el indígena' es tan importante como el agua, las plantas, el insecto más pequeño o el predador más grande y además tiene función específica, defensor de todas las partes. Los “civilizados” manejan una cosmovisión, donde no se consideran igual a..., sino, superior a..., y con facultades para disponer de los recursos en función de sí mismo, no actúan como una unidad.
Al Planeta Azul dentro de no demasiados años lo comenzaremos a llamar Planeta Gris.
Nos cargamos a los indigenas, los rios, los mares, la tierra, a los animales…
Pongámonos a pensar, y al menos, hagamos algo para remediarlo, por poco que sea siempre ayudará.
La convivencia entre el ser humano y la naturaleza la hemos cambiado por comodidades y lujos, vacío, vanidades, etc.
Nos hemos olvidado de poder disfrutar de un atardecer, de una caminata por los bosques, respirar aire limpio, nadar en un río, sin dañar el entorno.
Es tiempo de regresar a nuestras raíces y reanudar el lazo entre los seres humanos y la naturaleza, mediante el respeto.
Pero no solo hoy en el dia mundial, esto es una labor de todos los dias del año.

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