"Corrupción en la España democratica"
"Corrupción en la España democrática" es el título de un libro publicado por Ariel en 1997, donde su autor Alejandro Nieto, catedrático de Derecho Administrativo y que ha sido Presidente del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, cuenta con detalle cohechos, fraudes, tráfico de influencias, información privilegiada y hasta prácticas corruptas no delictivas. Desde hace nueve años ningún político con vocación y amante de la lectura puede alegar ignorancia. Coinciden en aferrarse a la ley del silencio, pero eso no quiere decir que no estemos rodeados de corrupción, aunque el ministerio público no la perciba.
Una página de "España en astillas"
Alejandro Nieto en una página de su libro "España en astillas", que vale la pena reproducir ante la hipocresía que están mostrando diversos políticos en torno a los casos de corrupción urbanística que últimamente llegan a los tribunales. El libro de Alejando Nieto, que vale la pena leer, se abre con este texto que publicó en 1993 en la página 103 de su "España en astillas".
"Tengo un grave problema de conciencia y por eso le he llamado -dijo el concejal de Urbanismo-: Usted es propietario de un magnífico solar y la ley me autoriza a darle el destino que me parezca más oportuno. Yo creo que aquí podría colocarse un jardín para recreo de los niños y ancianos del barrio, que bien lo necesitan. Para ello basta pintarlo de verde". Y así lo hizo. El propietario balbuceó consternado: "Esto es mi ruina. En tales condiciones no me pagarán por él, compensaciones incluidas, ni un millón de pesetas". Sus lágrimas enternecieron al edil. "No llore usted más. Dejaremos de momento que los niños sigan jugando en las calles. También hay que pensar en los obreros y empleados modestos que necesitan vivienda. Se lo pintaré de marrón y podrá edificar algunos pequeños bloques de pisos baratos". El promotor calculó que así valía el solar cien millones de pesetas y, cobrando ánimo, ponderó las ventajas de construir muchas y buenas torres de lujo que rehabilitarían la zona, reactivando de paso el sector de la construcción.
"La autoridad, una vez más, demostró su buen corazón y se dio por convencida. "Pero reconocerá -añadió- que no es justo que usted se enriquezca con los terrenos a costa de niños y ancianos. Podemos hacer, por tanto una cosa: Yo le pinto la parcela de rojo y usted cede al Ayuntamiento otro solar para el parque..." "¡Acepto!", exclamó jubiloso el propietario y sacó la pluma dispuesto a firmar. "No tan aprisa -dijo afablemente el concejal-, que aún no he terminado. Porque además deberá entregar al partido diez millones de los ochocientos que le estoy haciendo ganar con la recalificación del suelo y, sobre ello, también deberá darme a mí otros diez". ¿Cómo iba a dudar el promotor? Entre el rojo y el verde estaba el negocio y con la diferencia había para todos.
"Amable lector: no creas que exagero. La historia es real y cotidiana, Y, si tú te asombras de lo que te he contado, yo me asombro de que haya alguien que todavía lo ignore. ¿Te creías, acaso, que los partidos se financian con las cuotas de los militantes? ¿No te ha llamado nunca la atención el encumbramiento súbito de un vecino y de sus familiares, amigos y socios?"
Una página de "España en astillas"
Alejandro Nieto en una página de su libro "España en astillas", que vale la pena reproducir ante la hipocresía que están mostrando diversos políticos en torno a los casos de corrupción urbanística que últimamente llegan a los tribunales. El libro de Alejando Nieto, que vale la pena leer, se abre con este texto que publicó en 1993 en la página 103 de su "España en astillas".
"Tengo un grave problema de conciencia y por eso le he llamado -dijo el concejal de Urbanismo-: Usted es propietario de un magnífico solar y la ley me autoriza a darle el destino que me parezca más oportuno. Yo creo que aquí podría colocarse un jardín para recreo de los niños y ancianos del barrio, que bien lo necesitan. Para ello basta pintarlo de verde". Y así lo hizo. El propietario balbuceó consternado: "Esto es mi ruina. En tales condiciones no me pagarán por él, compensaciones incluidas, ni un millón de pesetas". Sus lágrimas enternecieron al edil. "No llore usted más. Dejaremos de momento que los niños sigan jugando en las calles. También hay que pensar en los obreros y empleados modestos que necesitan vivienda. Se lo pintaré de marrón y podrá edificar algunos pequeños bloques de pisos baratos". El promotor calculó que así valía el solar cien millones de pesetas y, cobrando ánimo, ponderó las ventajas de construir muchas y buenas torres de lujo que rehabilitarían la zona, reactivando de paso el sector de la construcción.
"La autoridad, una vez más, demostró su buen corazón y se dio por convencida. "Pero reconocerá -añadió- que no es justo que usted se enriquezca con los terrenos a costa de niños y ancianos. Podemos hacer, por tanto una cosa: Yo le pinto la parcela de rojo y usted cede al Ayuntamiento otro solar para el parque..." "¡Acepto!", exclamó jubiloso el propietario y sacó la pluma dispuesto a firmar. "No tan aprisa -dijo afablemente el concejal-, que aún no he terminado. Porque además deberá entregar al partido diez millones de los ochocientos que le estoy haciendo ganar con la recalificación del suelo y, sobre ello, también deberá darme a mí otros diez". ¿Cómo iba a dudar el promotor? Entre el rojo y el verde estaba el negocio y con la diferencia había para todos.
"Amable lector: no creas que exagero. La historia es real y cotidiana, Y, si tú te asombras de lo que te he contado, yo me asombro de que haya alguien que todavía lo ignore. ¿Te creías, acaso, que los partidos se financian con las cuotas de los militantes? ¿No te ha llamado nunca la atención el encumbramiento súbito de un vecino y de sus familiares, amigos y socios?"
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