Cuando era niña soñaba... ahora creo poesía...




Cuando era niña soñaba que subía a las nubes, que paseaba por ellas y allí no me alcanzaba el barro que enloda los pies pegados a la Tierra. Sobre las nubes, estaba segura en su inmenso misterio; montada en ellas no me alcanzaría el mal, la crueldad del ser humano y era feliz balanceándome sobre ellas, como un gigantesco balancín, balancín de ilusiones, de infantiles sueños…
Entonces cuando veía pasar un avión sobre las nubes, me imaginaba que era de otra galaxia, que navegaba a través de lo infinito y lo seguían mis ojos hasta que se perdía en la lejana distancia, en la inmensidad de las alturas o detrás de las nubes.

Hoy he recordado aquellos sueños y la primera vez que monte en avión, fue para ir a Barcelona, cuando el avión despego sentí como una infantil sensación, que no fue otra sino aquella sensación, la sensación de mis infantiles sueños. Me impresiono volar a través de las alturas, cruzar las nubes y traspasarlas, cortando veloz el aire y rasgando el viento, irresistible a la potencia de los motores del avión, pude entonces contemplar las nubes, como cuando era niña, pero en vez desde abajo, desde arriba y vi como eran esas nubes y sus densas gotas, que estas se mantienen en el vacío… y no volví a soñar con las nubes…

Han pasado unos cuantos años, he recordado lo que soñaba cuando era niña y he querido soñar con las nubes que forman hermosos contrastes, a veces grises y otras veces blancas, como blanca y pura es la nieve que no ha manchado los pies de un ser humano.
He querido soñar que me balanceaba sobre ellas, que me arrullaban… pero ya no soy aquella niña y no ha podido ser…
Hoy he soñado que cuando las nubes bajan, entre la densa niebla, depositan su escarcha sobre la tierra, que llora porque el ser humano la emponzoña y estas secan su llanto, porque las nubes rechazan las pisadas, las torpes pisadas de la crueldad humana.

Entonces cuando era niña, me imaginaba y veía desde la inmensidad de las alturas, la Tierra, como si fuera un manto de terciopelo, ahora desde esa inmensidad solo veo la realidad... y pienso:


¡Que hermosa seria la Tierra, si el barro de nuestras pisadas no la enlodara!



Hoy quería por un instante, con una esperanza de coherencia con lo fantástico, escapar y colocar mis pies y mi mente sobre las nubes, para dejarme envolver por los pliegues de su esencia, para sentirme arrullada, balanceada y lejos de la crueldad humana.

Hoy no he podido soñar porque tengo los pies y la mente en la Tierra, sin embargo veo que otros aun sueñan y viven en las nubes…
Me pregunto si… ¿desde esas nubes solo divisan espejismos y con ellos se alimentan?

Ya no soy aquella niña que imaginaba, que se sentía arrullada por los fantásticos sueños de las nubes... No, hace muchos años que aquella niña quedo atrás. Ya no soy aquella niña que se lanzaba en las alas de la imaginación porque con los pies y la mente de cara a la realidad, ya no puedo sumergirme en lo fantástico ni en lo irreal…
Ya no sueño, porque solo una niña podía soñar… pero ¿fui alguna vez una niña que no veía la realidad? No, la veía y soñaba con otra realidad… ocurre que el poder soñar como entonces se esfuma con la vida…
Ya no sueño, porque solo un niño puede soñar que puede vivir y a la vez gozar de lo infinito, sobre una nube por muy densa que sea, sostenido por un espejismo.

Cuando llegue a Barcelona y el avión descendió, mis pies pisaron de nuevo la tierra y como no he vuelto a coger un avión… desde entonces me desplazo en coche… no volví a recordar aquella niña que soñaba caminar sobre el cielo y las misteriosas nubes…

El tiempo y las personas que conocemos en la vida, nos va dejando profundas huellas, estas huellas a mi ya no me dejan soñar…

No se cuando entre en la madurez, han ido pasando los años, sin apenas darme cuenta, he pastado los mismos daños que otros seres humanos…

Cuando he llegado a casa, sentada en el sofá, masticando mis pensamientos con la mente llena…
Veo a mis hijos que juegan ajenos a la dura realidad de otras personas… queriendo por un momento volver a ser niña…
Ellos observan como resbalan lagrimones sobre mi cara… y me dicen:


- ¿Por qué lloras?

Les he dicho:


- Por otras personas que sufren, por mí que deje de ser niña… y por vosotros para cuando no seáis niños...

Que pedazo abrazo me han dado… no me han preguntado mas… han respetado mi silencio… ellos saben… que a veces lloro por otras personas…

Para que no siguieran mirándome preocupados, les he dicho:
- Iros a jugar con vuestros primos, aprovechar que han venido a pasar el puente, que se marchan mañana… han pedido permiso para comer con ellos…


He tenido tiempo de ir sacando esta tristeza… y reflejarla en este escrito… un modo de sacarla de encima… otro modo de sacarla es crear poesía...


Esta poesía la dedico a todos los visitantes de mi casa:


“Para crear poesía”

Para crear poesía,
no hace falta sinfonía,
ni tampoco consonantes.
Que solo me basta,
mirar correr el agua,
por las corrientes.

Ver manar la fuente pura,
oír el suave murmullar,
que produce la corriente.
Ver el juego de los niños…
La sonrisa del anciano…
En fin… soñar como una niña.

Mi reflexión en la región del cielo,
traspasando las densas nubes va.
Que nadie quiera evitar su vuelo,
dejádmela que pueda así volar.
Para que lejos de la Tierra
el barro no la pueda salpicar.



Autora: Maria Gemma López Almeida



Un saludo a tod@s.

3 comentarios:

Raùl Junquera dijo...

Tu reflexiòn ha traspasado nubes densas y fronteras de ocèanos, no solo vuela, sino que ademàs nada y llega sin una pizca de barro....

PEGASA dijo...

Vaya, sabes, el primer libro que leí fue "El principito" y a su vez me pusieron a Becquer en mis manos. Y considero que es una buena lectura desde pequeño y que te enseña.

leonor dijo...

¡Hola, María Gemma!.
Yo ya hace mucho tiempo que también dejé de soñar que el mundo estaba compuesto de esa inocencia infantil tan pura. Me encantan tus confidencias, porque transmiten una sinceridad que no pasa desapercibida para nadie.
Un abrazo.